Han pasado 34 años.
El reconocimiento a
nuestros soldados no cambia.
El sentimiento por
aquellos que pelearon y quedaron como custodios de nuestra tierra usurpada no
cambia.
El orgullo por aquellos
que volvieron y que siguen batallando no cambia.
El dolor de los que decidieron partir post conflicto no cambia.
El dolor de los que decidieron partir post conflicto no cambia.
La pasión al escribir o
leer Malvinas no cambia.
Pero el reclamo soberano
debe cambiar, debe integrarse al contexto actual haciendo un uso profesional y
constante de los varios canales diplomáticos, teniendo en cuenta que la opción
militar está, por ahora, descartada.
Y este cambio es difícil,
tal vez tengamos que hacer concesiones dolorosas para que en algún momento, más
temprano que tarde, vuelva a flamear la bandera argentina en nuestras Malvinas.
La solución Hong Kong anida en algunas cabezas.
La cuestión clave, álgida,
es que estamos dispuestos a hacer, ceder o aceptar para que nuestro reclamo de
soberanía sea reivindicado y sea aceptable para todos, para que no deshonremos
a los que orgullosamente las defendieron.
El debate está abierto y
duele, pero debemos enfrentarlo.
Hernán Favier