sábado, 5 de febrero de 2022

El Reino Unido desplegó 31 armas nucleares durante la guerra de Malvinas en el otoño de 1982


En 1982, los buques de guerra británicos estaban armados con decenas de armas nucleares en una zona desnuclearizada como lo es América Latina.
 
La revelación es parte de un nuevo dossier comunicado a los Archivos Nacionales británicos. Rotulado como “Top Secret Atomic”, confirma que la presencia de las armas nucleares provocó pánico entre los funcionarios de Londres cuando evaluaron los daños, tanto físicos como políticos, que podrían haber causado.
Argentina reivindica la soberanía de las islas Malvinas y las reconquista el 2 de abril de 1982. El Reino Unido envía una fuerza naval al Atlántico Sur para retomar el control de las islas.
Una minuta del ministerio de Defensa británico, fechada el 6 de abril de 1982, menciona una “enorme inquietud en cuanto a la posibilidad de que algunas de las armas nucleares se pierdan o dañen y que tome estado público”. La minuta concluye con “las repercusiones internacionales de semejante incidente podrían ser muy dañinas”.
Las bombas nucleares llamadas de profundidad son desplegadas en buques de la marina para atacar a submarinos sumergidos.
El funcionario no identificado que redactó la minuta continúa: “El secretario de Estado John Nott desearía continuar con la práctica establecida, de larga data, consistente en negarse a comentar la presencia o ausencia de armas nucleares británicas en un determinado lugar y en un determinado momento”.
 
La existencia de estas armas provocó una encendida polémica entre el ministerio de Defensa y el ministerio de Relaciones Exteriores. Este último exigió al ministerio de Defensa de “desarmar las armas”. La marina británica se negó a hacerlo.
El ministerio de Defensa señaló los principales argumentos en favor de mantener las armas a bordo. Declaró: “En la eventualidad de tensiones u hostilidades entre nosotros y la Unión Soviética al mismo tiempo en que se desarrolla la operación Corporate (nombre en código dado a la operación británica sobre Malvinas), la capacidad militar de nuestros buques de guerra quedaría severamente reducida”.
Un documento del dossier indica que no había riesgos “de una explosión del tipo bomba atómica”. Pero si había una amenaza “de eliminación de materiales fisibles” si una de las armas resultaba dañada, lo que podría entrañar hasta 50 “decesos suplementarios” por cáncer.
Incluso si tampoco había polución en el caso de un arma nuclear dañada o hundida, los argentinos podrían apoderarse de la tecnología nuclear y “podríamos vernos enfrentados a un grave aprieto en la cuestión de la no-proliferación”, declaró un funcionario del ministerio de Defensa.
 
Un plan tendiente a descargar las armas en la base británica de la isla Ascensión, en el océano Atlántico Sur, fue rechazada por la Royal Navy. La marina británica declaró que eso retrasaría el derrotero de la fuerza operacional hacia las islas Malvinas y que la operación no se podría mantener en secreto.
En lugar de eso, las armas fueron transferidas desde las fragatas y los destructores hacia los más grandes buques de la flota, los portaaviones, HMS Hermes y HMS Invincible, donde ellas podrían estar mejor protegidas.
A mediados de mayo de 1982, el Hermes tenía 18 armas nucleares a bordo y el Invincible 12, mientras que el buque de la flota auxiliar Regent tenía una, según se desprende del dossier. Los buques se encontraban en la “zona de exclusión total” impuesta por el Reino Unido alrededor de las islas Malvinas, indican los documentos.
El archivo no precisa si se trataba de munición de vigilancia o “inertes”, utilizadas para controlar “el desgaste de las armas”.
Las municiones de vigilancia y de entrenamiento eran utilizadas para testear las cargas submarinas y ver como se comportaban. Eran idénticas a las armas reales, salvo que el material fisible era reemplazado por uranio empobrecido y sustancias inertes.
Pero incluso la presencia de municiones inertes alarmó al Foreign Office. Su funcionario de mayor jerarquía, Sir Antony Ackland, le escribe a Sir Frank Cooper, su homólogo en el ministerio de Defensa: “Yo estaría muy feliz de tener vuestra confirmación de que el HMS Sheffield no transportaba municiones inertes cuando fue impactado por misiles”.
El destructor se hundió el 10 de mayo de 1982 luego de ser atacado por misiles argentinos Exocet seis días antes.
 
El Foreign Office estaba preocupado también por la presencia de armas nucleares debido al Tratado de Tlatelolco de 1967. Ese tratado establecía una zona desnuclearizada en América Latina y en las aguas circundantes, que incluían a las Malvinas. Pero si bien el Reino Unido había firmado y ratificado los protocolos del tratado, otros países, entre ellos Argentina, no lo habían hecho.
El ministerio de Defensa había admitido en el año 2003 que los buques británicos de la Task Force transportaban armas nucleares [conocidas como WE177 o Bomb Aircraft HE 600lb MC] y que un contenedor de armas había resultado dañado. Pero la cantidad de armas nucleares no había sido revelada hasta que se produjo la transferencia de este documento a los Archivos Nacionales de Kew, en el sudoeste de Londres. 
Pero ciertos documentos del dossier fueron desclasificados por el ministerio de Defensa o el Cabinet Office. Y contenían una nota intrigante, fechada el 11 de abril de 1982, que comenzaba diciendo “Los jefes del Estado Mayor creen…”. Lo que ellos crean, no estamos autorizados a saberlo.
 
[En un archivo británico desclasificado en 2012 se puede leer, creerlo o no va más allá de cada uno, que las armas nucleares, incluidas las variantes inertes y de vigilancia, volvieron al Reino Unido entre el 29 de junio y el 20 de julio de 1982 en los buques Fort Austin y Resource. Las armas que estaban a bordo de la fragata Brilliant fueron removidas el 16 de abril y en la fragata Broadsword el 20 de abril, mientras que las armas inertes y de vigilancia fueron removidas del destructor Sheffield el 16 de abril y del destructor Coventry el 17 de mayo de 1982.
En 2019 otro archivo relativo a la operación Corporate y a las armas nucleares en Malvinas es desclasificado y se encuentra en el National Archives, pero aún no está digitalizado y no se puede descargar.]


Faltan varios documentos de un dossier separado, ahora desclasificado, titulado “Gibraltar: impacto de la crisis de Malvinas”.
Los gibraltareños, como los habitantes de las islas Malvinas, habitan un "territorio de ultramar" británico y están inquietos porque España apoya las reivindicaciones de soberanía argentina sobre las islas, tanto como ella reivindica Gibraltar, el gran peñón y la base británica en el extremo sur de la península ibérica.
Los “desclasificadores” de Whitehall retuvieron no menos de 73 documentos del dossier Gibraltar. Lo han hecho en virtud de las excepciones previstas por la ley sobre libertad de información y, más precisamente, amparándose en las secciones 27(i), 40 y 41.
Estas excepciones cubren las informaciones cuya divulgación podría “acarrear perjuicios” a los intereses del Reino Unido en el exterior, los “datos personales” y las “informaciones obtenidas a título confidencial”. Pasajes de otros documentos del dossier también fueron suprimidos.
¿Qué intenta esconder el gobierno británico?’ Los documentos desclasificados precedentemente pueden ofrecer algunos indicios. Thatcher manifestó varias veces su inquietud en cuanto a las implicaciones de la crisis de Malvinas para Gibraltar.

A pesar de la retórica pública, los sucesivos gobiernos británicos estaban dispuestos a negociar la soberanía de Malvinas y buscaron concluir un acuerdo de soberanía conjunta con España por Gibraltar en 2000, y luego en 2002.
El gobierno de Thatcher secretamente propuso ceder la soberanía de las islas Malvinas dos años antes de la reconquista de las islas por las fuerzas argentinas en 1982. El comité de Defensa del gabinete había aprobado un plan según el cual el Reino Unido devolvería a la Argentina la soberanía nominal sobre las islas, que serían a continuación arrendadas por el Reino Unido durante 99 años.
Lord Carrington renuncia a su puesto de canciller luego de la recuperación argentina de Malvinas. Declaró a la comisión Franks, que investigó sobre los preparativos de la operación militar argentina del 2 de abril de 1982, que la política británica había consistido en desentenderse y esperar lo mejor. “No teníamos ninguna carta en nuestras manos” declaró.

Fuente: Consortium News. 05 de febrero de 2022
Traducción y [entre corchetes]: Lic. Hernán Favier