Mi posición en Malvinas estaba ubicada a unos 200 metros al sudoeste del camino que une Puerto Argentino con el aeropuerto viejo. Varias veces fui a prestar servicio en un puesto de observación ubicado a aproximadamente 50 metros al norte del mismo camino justo frente a la boca de entrada a la rada de Puerto Argentino.
Sobre el mismo camino, a más o menos 1 km del pueblo y unos 2 km en línea recta con el aeropuerto, el Ejército Argentino desplegaba una batería de misiles Roland operada por el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601.
A fines de abril o principios de mayo de 1982 implementaron un sistema de baño para la tropa que consistía en trasladarnos al pueblo para acceder a unas instalaciones con duchas de campaña con abundante agua caliente salada, cuya desventaja era que no disolvía la suciedad (a esas alturas abundante) y el otro inconveniente es que nunca pude disponer de una toalla seca como para disfrutarlo.
Una mañana, a principios de mayo, luego del desayuno consistente en medio jarro de campaña de mate cocido con leche y estando en los preparativos para la excursión de baño, escuchamos provenientes del camino una serie de explosiones y ruido de turbinas, segundos después pasaron por delante nuestro unos cuatro Sea Harrier que venían en escape posterior a su ataque a la batería de misiles Roland volando muy bajo y con rumbo al mar. A 100 metros al sudoeste de nuestra posición, nuestra subunidad, la compañía A del RI Mec 6 General Viamonte, tenía emplazada la Sección Apoyo que contaba con un cañón sin retroceso Czekalski de 105 mm, un cañón sin retroceso M67 de 90 mm y misiles antitanques filoguiados Cobra. Los aviones en escape pasaron uno detrás del otro cerca de la elevación y desde arriba el suboficial que estaba a cargo disparó un misil Cobra. Vimos al último avión de la fila hacer maniobras evasivas que eran copiadas perfectamente por el proyectil de operación manual hasta que llegó a su límite de alcance y cayó a tierra (la acción llevada a cabo estuvo muy por fuera de los objetivos de diseño y misión del arma). Creo que contuvimos la respiración todo el episodio y ver los aviones ingleses escapar nos dejó con ganas de más.
La revancha llegaría el 1 de junio. Martes, día soleado sin nubes y poco viento en superficie soplando del oeste, yo estaba en el puesto de observación.
Estimo que era después del mediodía cuando escuché gritos de soldados en las posiciones vecinas diciendo “¡el misil, el misil!” y al levantar la vista mirando hacia el oeste (en dirección al pueblo) ví un misil Roland que venía en mi dirección volando recto y nivelado a unos 10/20 metros del suelo. Mirando hacia el sudoeste ví un Sea Harrier volando en la misma dirección a una altitud a la que se distinguían detalles de la máquina a simple vista, hecho inédito para nosotros porque en general solo veíamos la estela de condensación (probablemente fueran Patrullas Aéreas de Combate o vuelos de reconocimiento), o a nuestra altura si estaban atacando algún objetivo cercano. Ahí se produjo esa situación en la que uno no sabe para donde mirar, pero se resolvió por si sola a los pocos segundos. Pasados unos 200 metros, el misil hizo un giro muy cerrado en ascenso hacia su derecha con una trayectoria curva que lo llevaba hacia su objetivo. En ese momento estaba claro que el Sea Harrier estaba sentenciado. Deben haber sido segundos, pero uno esas situaciones las vive como en cámara lenta. A poca distancia de impactar en el avión, el piloto intentó una maniobra evasiva inclinando la máquina unos 30/40º a la derecha lo que no evitó que el misil hiciera blanco en la parte posterior (estimo que entre el borde de fuga del ala izquierda y el estabilizador) y casi simultáneamente se produjo su eyección. De inmediato el Sea Harrier, con llamas desprendiéndose del lugar de impacto, comenzó a caer en barrena plana y su piloto a flotar con su paracaídas empujado por la brisa hacia el este. En un punto dejé de ver el avión por los obstáculos del terreno, pero supimos que había caído al mar.
Hubo un intento de rescate por parte de aeronaves argentinas, lo
fueron a buscar en un helicóptero CH-47 Chinook, que el piloto llegó a ver muy
cerca (según su relato), y fue repelido por los británicos. Luego de unas ocho horas
de búsqueda el teniente Mortimer fue rescatado por sus compatriotas.