El subteniente Oscar
Augusto Silva y su derrotero en Malvinas
De la promoción 112 del Colegio Militar de la
Nación, sus camaradas le impusieron el sobrenombre de “sapo”.
En noviembre de 1981 egresó como subteniente del arma de Infantería.
No estaba en sus planes lo que se avecinaba en pocos meses más, el lanzamiento de la Operación Azul o Rosario.
El subteniente Silva, destinado en el Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, en la provincia de Corrientes,recibió la orden de movilización y se comenzó a preparar para ir a la Patagonia para desde allí hacer el salto a Malvinas. Su derrotero fue Monte Caseros, Comodoro Rivadavia y Río Gallegos.
Apenas llegado a las islas fue destinado al norte del aeródromo, en la península de Freycinet. Más tarde vendrían sucesivos cambios de posición.
A fines de mayo, con los británicos avanzando en el terreno, el dispositivo de defensa en los cerros que circundan Puerto Argentino se dividía en dos cordones: el primero, en una línea imaginaria que unía de norte a sur al monte Longdon, Dos Hermanas, Goat Ridge y Harriet. El segundo cordón más al este unía Wireless Ridge, los cerros Tumbledown y William y Sapper Hill.
El primer cordón defensivo fueron las posiciones bajo órdenes del subteniente Silva. Desde el 8 de junio de 1982 tuvo la misión de patrullar Goat Ridge de noche, mientras que diurnamente ocupaba posiciones al oeste del cerro Dos Hermanas, junto a la sección del subteniente Llambías Pravaz.
Durante la noche del 10 al 11 de junio, el Para 3 británico atacó monte Longdon; mientras que los Royal Marines de los Comando 42 y 45 lanzaban sus ataques contra los cerros Harriet y Dos Hermanas.
El RI 4 se aferró todo lo que pudo a sus posiciones, heroísmo puro que pagó con su vida el teniente Martella. Y los heridos que van dejando los crudos combates, los subtenientes Nazer, Mosquera y Pérez Grandi.
En la confusión de la noche durante el repliegue y cambio de posiciones Llambías Pravaz y Silva se encuentran. Conformando una sección con los últimos hombres se repliegan hacia el segundo cordón defensivo de Puerto Argentino.
Casi sin respiro, las tropas británicas agotadas, son reemplazadas por elementos del Para 2, de los Guardias Escoceses y del batallón de Gurkhas, que se lanzan en dirección a Wireless Ridge los primeros y hacia Tumbledown y William los segundos.
En una situación desesperada, emergió su espíritu de soldado, pidiendo un puesto de combate para hacer frente a la abrumadora superioridad británica. Es así que lo suman a la fracción del teniente de corbeta Vázquez del Batallón de Infantería Nº 5, ya alistados para los combates finales.
En el anochecer del 13 de junio comenzó el ataque británico con todo su poderío, comandos paracaidistas, guardias escoceses y Gurkhas se enfrentaron a la última resistencia del dispositivo argentino de defensa.
Las posiciones fueron abrumadas por el fuego nutrido del enemigo, no sólo de las unidades de infantería sino también por fuego de artillería.
En sus últimos minutos el subteniente Silva hizo todo lo que estaba a su alcance, ordenó, condujo a sus soldados, y combatió como uno más. Vio la muerte a su alrededor y siguió combatiendo hasta sentir una herida mortal que se abría paso en su cuerpo, el calor de la sangre derramada, preludio de la muerte que se avecinaba.
Un FAP fue su último y leal compañero hasta que cayó.
En noviembre de 1981 egresó como subteniente del arma de Infantería.
No estaba en sus planes lo que se avecinaba en pocos meses más, el lanzamiento de la Operación Azul o Rosario.
El subteniente Silva, destinado en el Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, en la provincia de Corrientes,recibió la orden de movilización y se comenzó a preparar para ir a la Patagonia para desde allí hacer el salto a Malvinas. Su derrotero fue Monte Caseros, Comodoro Rivadavia y Río Gallegos.
Apenas llegado a las islas fue destinado al norte del aeródromo, en la península de Freycinet. Más tarde vendrían sucesivos cambios de posición.
A fines de mayo, con los británicos avanzando en el terreno, el dispositivo de defensa en los cerros que circundan Puerto Argentino se dividía en dos cordones: el primero, en una línea imaginaria que unía de norte a sur al monte Longdon, Dos Hermanas, Goat Ridge y Harriet. El segundo cordón más al este unía Wireless Ridge, los cerros Tumbledown y William y Sapper Hill.
El primer cordón defensivo fueron las posiciones bajo órdenes del subteniente Silva. Desde el 8 de junio de 1982 tuvo la misión de patrullar Goat Ridge de noche, mientras que diurnamente ocupaba posiciones al oeste del cerro Dos Hermanas, junto a la sección del subteniente Llambías Pravaz.
Durante la noche del 10 al 11 de junio, el Para 3 británico atacó monte Longdon; mientras que los Royal Marines de los Comando 42 y 45 lanzaban sus ataques contra los cerros Harriet y Dos Hermanas.
El RI 4 se aferró todo lo que pudo a sus posiciones, heroísmo puro que pagó con su vida el teniente Martella. Y los heridos que van dejando los crudos combates, los subtenientes Nazer, Mosquera y Pérez Grandi.
En la confusión de la noche durante el repliegue y cambio de posiciones Llambías Pravaz y Silva se encuentran. Conformando una sección con los últimos hombres se repliegan hacia el segundo cordón defensivo de Puerto Argentino.
Casi sin respiro, las tropas británicas agotadas, son reemplazadas por elementos del Para 2, de los Guardias Escoceses y del batallón de Gurkhas, que se lanzan en dirección a Wireless Ridge los primeros y hacia Tumbledown y William los segundos.
En una situación desesperada, emergió su espíritu de soldado, pidiendo un puesto de combate para hacer frente a la abrumadora superioridad británica. Es así que lo suman a la fracción del teniente de corbeta Vázquez del Batallón de Infantería Nº 5, ya alistados para los combates finales.
En el anochecer del 13 de junio comenzó el ataque británico con todo su poderío, comandos paracaidistas, guardias escoceses y Gurkhas se enfrentaron a la última resistencia del dispositivo argentino de defensa.
Las posiciones fueron abrumadas por el fuego nutrido del enemigo, no sólo de las unidades de infantería sino también por fuego de artillería.
En sus últimos minutos el subteniente Silva hizo todo lo que estaba a su alcance, ordenó, condujo a sus soldados, y combatió como uno más. Vio la muerte a su alrededor y siguió combatiendo hasta sentir una herida mortal que se abría paso en su cuerpo, el calor de la sangre derramada, preludio de la muerte que se avecinaba.
Un FAP fue su último y leal compañero hasta que cayó.