"No se rendirme. Después de muerto, hablaremos"
El silencio y la oscuridad eran una constante
en la habitación del "Perro" Cisnero en su unidad. Sin poder
conciliar el sueño, vuelve una y otra vez sobre un tema para el que se preparó
durante su vida adulta, la guerra.
El insomnio de la madrugada lo lleva a sentarse frente a su escritorio y tomar su libreta de anotaciones en una hoja al azar y lee una de las frases que más le gusta: "Mi respuesta: No sé rendirme. Después de muerto, hablaremos".
La madrugada también es portadora de noticias, el oficial de servicio le informa que arribó un radiograma cifrado que lo llena de certeza: "A partir de la recepción de la siguiente orden, deberá presentarse primer medio Escuela de Infantería de combate, con casco, equipo de campaña, dotación reglamentaria, pistola según corresponda. Dejar declaración firmada para recibir haberes”.
Cisnero entiende que lo convocan junto a todos los comandos de la unidad para aquello que ronda en su mente desde hace días.
Al levantarse sigue preparando su equipo, se despide de camaradas y familiares y al anochecer sale rumbo a Buenos Aires. Llega a la capital de madrugada y se dirige a la casa de su hermano Héctor, un grato reencuentro.
En un día gris, el perro arriba a Campo de Mayo. Se abraza con Héctor y mirándolo seriamente le dice: -Yo rendido no vengo. O ganamos o no vuelvo vivo.
Ya en la Escuela de Infantería se vive una actividad febril.Todo el personal abocado a preparar el equipamiento, donde se producen intercambios que quedarán para la historia de la unidad.
"El célebre Perro, temible instructor de los cursantes derl curso comando, pidió ser apuntador de MAG. Retiró una de éstas, se tiró cuerpo a tierra y comenzó a revisarla en sus menores detalles. El acto revelaba al observador avisado una serie de características de Cisnero: su espíritu de sacrificio, porque era cargar en las marchas con mayor peso; una disposición favorable al conjunto, desde que es un arma que apoya a las otras; y por último, su desprecio por el peligro, ya que la ametralladora, atrae el fuego del enemigo. Fue en tales circunstancias que el Sargento Cisnero tuvo un intercambio de palabras con su antiguo alumno, el Teniente Primero Losito: -Vamos a ver ahora, Perro, cómo te portás en la guerra.
Este se puso súbitamente serio y le respondió:
-Pierda cuidado mi teniente primero, que ahora vamos a ver quiénes son realmente los buenos"
El 26 de mayo de mayo de 1982, el por entonces jefe de la nueva Compañía de Comandos 602, el Mayor Rico, recibe la orden de pasar a las islas con su subunidad. Se dirigen a Comodoro Rivadavia y de allí a las islas.
Desde su arribo a las islas, los comandos de la Compañía de Comandos 602 reciben una gran cantidad de misiones. El 29 de mayo, la primera sección al mando del capitán Vercesi, sale en dirección a las líneas de avanzada británicas para explorar y enviar informes sobre los movimientos enemigos. No vuelve a saberse de ellos hasta que finalizan las hostilidades, ya que son los que protagonizan el combate de Top Malo House.
También se planea adelantar elementos de comandos para ocupar un arco de alturas que circunvale a distancia la capital del archipiélago; enviando tantas patrullas como elevaciones, permanecer en dichos cerros para dejarse sobrepasar por el avance inglés e informar a Puerto Argentino sobre el enemigo, para después atacar por su retaguardia. Pero las posiciones que intentan ocupar los comandos ya están ocupadas por los británicos y éstos atacan a los argentinos con diferentes resultados. Además, se les ordenan varias misiones de exploración y algunas son por iniciativa propia, como la emboscada en el cerro Dos Hermanas.
El martes 08 de junio el mayor Rico alista a toda su compañía y parte hacia la zona defendida por el Regimiento de Infantería 4.
En la posición más occidental, más cerca del enemigo, están el subteniente Llambías Pravaz y el subteniente Silva. El primero de ellos tiene experiencias de combate con tropas británicas que intentaban infiltrarse. Por eso y por conocer la zona, proporciona notables datos para tender una emboscada que se establece en una prolongación de la elevación que se alarga sobre la llanura. Por allí, esa misma noche, regresan los comandos británicos luego de intentar una infiltración en monte Harriet.
El tiempo del Perro comienza a vislumbrarse, las horas dan paso a interminables minutos en la quietud de la emboscada, en la quietud que antecede a la tempestad. Lo que leyó una y otra vez en su destino vuelve a su mente y lo recita: "Mi respuesta: No sé rendirme. Después de muerto, hablaremos".
El 9 de junio a la tarde comienza a prepararse la emboscada. La Compañía de Comandos 602 es reforzada por una sección del Escuadrón Alacrán de la Gendarmería Nacional, al mando del Segundo Comandante Santo. El mayor Rico ordena una exploración por la zona en la cual no se percibe presencia enemiga. Alrededor de las nueve de la noche se establece la emboscada, según el siguiente dispositivo de ataque:
"Abajo del monte, en la punta de la saliente rocosa, un escalón de apoyo con una ametralladora, compuesta por el sargento Cisnero como apuntador y el teniente primero Vizoso Posse como auxiliar; más arriba, el mayor Rico acompañado por el capitán Ferrero y cerca de ellos, bajando a la derecha, otra ametralladora manejada por el teniente primero Rivas y servida por el sargento Franco. El escalón de asalto propiamente dicho estaba dividido en dos fracciones, situadas en el bajo, a ambos costados: el capitán Fernández con su sección a la derecha y el segundo comandante Santo con los gendarmes y otra ametralladora a la izquierda, provistos varios hombres a cada lado con granadas de fusil. El capitán Médico Ranieri fue situado detrás y arriba de Rico, armado con su fusil para caza mayor. Finalmente, a ciento cincuenta metros más elevado se hallaba el escalón protección y recibimiento, a órdenes del Capitán Villarruel. Sobre el todo, tropas del Regimiento de Infantería 4 al mando del subteniente Llambías Pravaz con ametralladora".
El silencio se interrumpe, repentinamente uno de los comandos alerta al mayor Rico de la presencia enemiga y manda a avisar al Perro que está con su ametralladora en apresto, pero el mensajero no llega. Se suceden los tiros y las explosiones. Los británicos, que debían ser sorprendidos, son los que inician un ataque.
La Compañía de Comandos 602 se enfrenta intempestivamente a comandos británicos del SAS.
Varios soldados enemigos avanzan hacia la punta ocupada por Cisnero y Vizoso Posse. El Perro dispara furiosamente sobre ellos cuando los británicos buscan desesperadamente neutralizar esa ametralladora. Le disparan un proyectil explosivo que impacta justo en medio del arma y ésta explota partiendo en dos al cuerpo del sargento. El Perro muere cumpliendo cabalmente con su deber, y con Dios y con la patria.
El volumen de fuego de ambas unidades de comandos que se enfrentan sin piedad es abrumador. Los británicos antes de estancarse comienzan un repliegue, dando paso a que las tropas argentinas comiencen a perseguirlos apoyados por fuego de artillería reglado por el mayor Rico.
La emboscada llega a su fin y el sargento Mario Cisnero queda en esas tierras irredentas como centinela eterno. Su sangre horadó la turba de Malvinas.
El insomnio de la madrugada lo lleva a sentarse frente a su escritorio y tomar su libreta de anotaciones en una hoja al azar y lee una de las frases que más le gusta: "Mi respuesta: No sé rendirme. Después de muerto, hablaremos".
La madrugada también es portadora de noticias, el oficial de servicio le informa que arribó un radiograma cifrado que lo llena de certeza: "A partir de la recepción de la siguiente orden, deberá presentarse primer medio Escuela de Infantería de combate, con casco, equipo de campaña, dotación reglamentaria, pistola según corresponda. Dejar declaración firmada para recibir haberes”.
Cisnero entiende que lo convocan junto a todos los comandos de la unidad para aquello que ronda en su mente desde hace días.
Al levantarse sigue preparando su equipo, se despide de camaradas y familiares y al anochecer sale rumbo a Buenos Aires. Llega a la capital de madrugada y se dirige a la casa de su hermano Héctor, un grato reencuentro.
En un día gris, el perro arriba a Campo de Mayo. Se abraza con Héctor y mirándolo seriamente le dice: -Yo rendido no vengo. O ganamos o no vuelvo vivo.
Ya en la Escuela de Infantería se vive una actividad febril.Todo el personal abocado a preparar el equipamiento, donde se producen intercambios que quedarán para la historia de la unidad.
"El célebre Perro, temible instructor de los cursantes derl curso comando, pidió ser apuntador de MAG. Retiró una de éstas, se tiró cuerpo a tierra y comenzó a revisarla en sus menores detalles. El acto revelaba al observador avisado una serie de características de Cisnero: su espíritu de sacrificio, porque era cargar en las marchas con mayor peso; una disposición favorable al conjunto, desde que es un arma que apoya a las otras; y por último, su desprecio por el peligro, ya que la ametralladora, atrae el fuego del enemigo. Fue en tales circunstancias que el Sargento Cisnero tuvo un intercambio de palabras con su antiguo alumno, el Teniente Primero Losito: -Vamos a ver ahora, Perro, cómo te portás en la guerra.
Este se puso súbitamente serio y le respondió:
-Pierda cuidado mi teniente primero, que ahora vamos a ver quiénes son realmente los buenos"
El 26 de mayo de mayo de 1982, el por entonces jefe de la nueva Compañía de Comandos 602, el Mayor Rico, recibe la orden de pasar a las islas con su subunidad. Se dirigen a Comodoro Rivadavia y de allí a las islas.
Desde su arribo a las islas, los comandos de la Compañía de Comandos 602 reciben una gran cantidad de misiones. El 29 de mayo, la primera sección al mando del capitán Vercesi, sale en dirección a las líneas de avanzada británicas para explorar y enviar informes sobre los movimientos enemigos. No vuelve a saberse de ellos hasta que finalizan las hostilidades, ya que son los que protagonizan el combate de Top Malo House.
También se planea adelantar elementos de comandos para ocupar un arco de alturas que circunvale a distancia la capital del archipiélago; enviando tantas patrullas como elevaciones, permanecer en dichos cerros para dejarse sobrepasar por el avance inglés e informar a Puerto Argentino sobre el enemigo, para después atacar por su retaguardia. Pero las posiciones que intentan ocupar los comandos ya están ocupadas por los británicos y éstos atacan a los argentinos con diferentes resultados. Además, se les ordenan varias misiones de exploración y algunas son por iniciativa propia, como la emboscada en el cerro Dos Hermanas.
El martes 08 de junio el mayor Rico alista a toda su compañía y parte hacia la zona defendida por el Regimiento de Infantería 4.
En la posición más occidental, más cerca del enemigo, están el subteniente Llambías Pravaz y el subteniente Silva. El primero de ellos tiene experiencias de combate con tropas británicas que intentaban infiltrarse. Por eso y por conocer la zona, proporciona notables datos para tender una emboscada que se establece en una prolongación de la elevación que se alarga sobre la llanura. Por allí, esa misma noche, regresan los comandos británicos luego de intentar una infiltración en monte Harriet.
El tiempo del Perro comienza a vislumbrarse, las horas dan paso a interminables minutos en la quietud de la emboscada, en la quietud que antecede a la tempestad. Lo que leyó una y otra vez en su destino vuelve a su mente y lo recita: "Mi respuesta: No sé rendirme. Después de muerto, hablaremos".
El 9 de junio a la tarde comienza a prepararse la emboscada. La Compañía de Comandos 602 es reforzada por una sección del Escuadrón Alacrán de la Gendarmería Nacional, al mando del Segundo Comandante Santo. El mayor Rico ordena una exploración por la zona en la cual no se percibe presencia enemiga. Alrededor de las nueve de la noche se establece la emboscada, según el siguiente dispositivo de ataque:
"Abajo del monte, en la punta de la saliente rocosa, un escalón de apoyo con una ametralladora, compuesta por el sargento Cisnero como apuntador y el teniente primero Vizoso Posse como auxiliar; más arriba, el mayor Rico acompañado por el capitán Ferrero y cerca de ellos, bajando a la derecha, otra ametralladora manejada por el teniente primero Rivas y servida por el sargento Franco. El escalón de asalto propiamente dicho estaba dividido en dos fracciones, situadas en el bajo, a ambos costados: el capitán Fernández con su sección a la derecha y el segundo comandante Santo con los gendarmes y otra ametralladora a la izquierda, provistos varios hombres a cada lado con granadas de fusil. El capitán Médico Ranieri fue situado detrás y arriba de Rico, armado con su fusil para caza mayor. Finalmente, a ciento cincuenta metros más elevado se hallaba el escalón protección y recibimiento, a órdenes del Capitán Villarruel. Sobre el todo, tropas del Regimiento de Infantería 4 al mando del subteniente Llambías Pravaz con ametralladora".
El silencio se interrumpe, repentinamente uno de los comandos alerta al mayor Rico de la presencia enemiga y manda a avisar al Perro que está con su ametralladora en apresto, pero el mensajero no llega. Se suceden los tiros y las explosiones. Los británicos, que debían ser sorprendidos, son los que inician un ataque.
La Compañía de Comandos 602 se enfrenta intempestivamente a comandos británicos del SAS.
Varios soldados enemigos avanzan hacia la punta ocupada por Cisnero y Vizoso Posse. El Perro dispara furiosamente sobre ellos cuando los británicos buscan desesperadamente neutralizar esa ametralladora. Le disparan un proyectil explosivo que impacta justo en medio del arma y ésta explota partiendo en dos al cuerpo del sargento. El Perro muere cumpliendo cabalmente con su deber, y con Dios y con la patria.
El volumen de fuego de ambas unidades de comandos que se enfrentan sin piedad es abrumador. Los británicos antes de estancarse comienzan un repliegue, dando paso a que las tropas argentinas comiencen a perseguirlos apoyados por fuego de artillería reglado por el mayor Rico.
La emboscada llega a su fin y el sargento Mario Cisnero queda en esas tierras irredentas como centinela eterno. Su sangre horadó la turba de Malvinas.
Epílogo: en el mes de mayo de 2018, Héctor
Cisnero recibió la noticia de la individualización de la tumba de su hermano en
el cementerio militar argentino de Darwin en Malvinas. En agosto de 2019
falleció Héctor. Pero al menos antes de morir pudo saber dónde yacía su hermano
en Darwin gracias al Plan Proyecto Humanitario Malvinas, y pudo viajar a las
islas para honrar su memoria.
Fue un incansable luchador de la Gesta y parte fundamental de los Familiares de Caídos de Malvinas.
Fue un incansable luchador de la Gesta y parte fundamental de los Familiares de Caídos de Malvinas.