El 25 de mayo de 1982 era hundido por los cazabombarderos A-4B Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina el destructor británico tipo 42 HMS Coventry al norte de la isla Gran Malvina, al oeste de la boca norte del Estrecho de San Carlos.
El buque, que en veinte minutos colapsó y se hundió, quedó a 100 metros de profundidad al norte de la Isla de Borbón.
Al terminar el conflicto, el Reino Unido temía que la marina soviética intentara llegar al pecio de buque y se apropiara de material sensible. Por eso, en agosto de 1982, planeó y lanzó la operación Blackleg (pata negra) y entre octubre y diciembre de 1982 se desplegarían en aguas de Malvinas con el fin de recuperar material criptográfico clasificado que quedó a bordo.
Para la operación se contrató al buque de apoyo al buceo MV Stena Seaspread a quien se le integró un equipo de buceadores de la Royal Navy que tenían como misión asegurar armas, destruir equipos sensibles y recuperar documentos codificados del Ministerio de Defensa y de la OTAN, además de la cruz de clavos de la catedral de Coventry, que estaba embarcada en el buque desde 1978, cuando entró en servicio en la marina británica.
Al arribar al archipiélago se posicionaron a 13 millas náuticas al norte de Gran Malvina, y justo debajo de ellos, a 300 pies de profundidad, estaba el pecio del Coventry convertido en tumba de guerra.
Lo
primero que se buscó fue en el cuarto de computadoras y se recuperaron
documentos secretos, luego fue el turno del camarote del capitán, donde
tuvieron que forzar la caja fuerte porque no funcionó la combinación y
recuperaron documentos con la leyenda “top secret”. Al mismo momento otro de los
equipos de buceo recuperaba la cruz de clavos.
Ya a fines de noviembre se habían cumplido todas las tareas planeadas. Dejaron para el final las armas, entre ellas el lanzador de misiles Sea Dart. El último misil estaba en el lanzador, armado, a 90º grados del buque, pero no pudo ser utilizado porque el ataque argentino llegó sin avisar.
Se colocaron escalonadamente en la superestructura 2 kilos de explosivo plástico y a sus laterales dos cargas de 25 kilos en lugares estratégicos de la proa, por último, una carga explosiva en el lanzador de misiles.
Con todos los equipos de buceo ya a bordo, el MV Stena Seaspread se alejó del área donde permaneció casi tres meses y se procedió a detonar las cargas explosivas.
Ya a fines de noviembre se habían cumplido todas las tareas planeadas. Dejaron para el final las armas, entre ellas el lanzador de misiles Sea Dart. El último misil estaba en el lanzador, armado, a 90º grados del buque, pero no pudo ser utilizado porque el ataque argentino llegó sin avisar.
Se colocaron escalonadamente en la superestructura 2 kilos de explosivo plástico y a sus laterales dos cargas de 25 kilos en lugares estratégicos de la proa, por último, una carga explosiva en el lanzador de misiles.
Con todos los equipos de buceo ya a bordo, el MV Stena Seaspread se alejó del área donde permaneció casi tres meses y se procedió a detonar las cargas explosivas.
Por
el Acta de Secretos Oficiales de la corona británica, la misión estuvo sellada por 30 años, en ese lapso de tiempo, sólo se permitió informar a personas autorizadas por el Ministerio de
Defensa de las inmersiones al pecio del HMS Coventry al norte de las islas Malvinas.