miércoles, 6 de diciembre de 2017

Malvinas: el CICR pudo individualizar hasta ahora a ochenta y ocho soldados argentinos enterrados en el cementerio militar de Darwin


Malvinas: la Cruz Roja finalmente identificó los restos de 88 soldados argentinos [Actualizado]

La Cruz Roja declaró hoy que su equipo médico-legal identificó los restos de ochenta y ocho soldados argentinos enterrados en el cementerio de Darwin en las islas Malvinas luego de morir combatiendo contra Gran Bretana en 1982 en este territorio. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) adquirió muestras de 121 restos de militares no identificados enterrados en el cementerio militar de Darwin, tumbas con la leyenda "soldado argentino solo conocido por Dios".
"Estamos contentos de poder a partir de ahora asociar nombres a los soldados anteriormente no identificados, dando respuestas a numerosas familias que esperan noticias desde hace más de tres décadas", palabras del jefe de operaciones del CICR, Dominik Stillhart. Antes de esta declaración pública, los resultados fueron presentados a las delegaciones argentina y británica, en la sede del CICR en Ginebra.
En diciembre de 2016, los gobiernos argentino y británico aceptaron exhumar e identificar lo que se pensaba inicialmente eran los restos de 123 soldados argentinos, un número que se redujo a 121.

Fuente: Comunicado del CICR [traducido y resumido] 01/12/2017


Actualización:

Hasta la fecha, agosto de 2018, se han podido individualizar ocho tumbas más por lo que la suma de identificaciones realizadas por el CICR y el CAAF llega a los 96 soldados.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Actualidad: Cartas hasta hoy desconocidas datadas en 1767 ratifican la jurisdicción argentina sobre las Islas Malvinas


Documentos inéditos de 1767 ratifican la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas

Se trata de tres cartas entre el gobernador de Buenos Aires y de las islas. El gobierno recibió el material y ahora podría intervenir para hacer un reclamo ante la ONU.

Son tres cartas inéditas fechadas en 1767. Tres documentos escritos en español antiguo que incluyen un intercambio epistolar entre el primer gobernador de las Islas Malvinas y el entonces mandatario de Buenos Aires. Los tres escritos llegaron a manos del gobierno hace pocos días y revelan un hecho inusitado para la historia nacional: ratifican la soberanía geopolítica de la Argentina sobre las Islas Malvinas.
El presidente Mauricio Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña y el canciller Jorge Faurie ya fueron informados del tema. También está al tanto el senador radical Julio Cobos, que fue quien ofició de nexo entre un coleccionista privado de obras históricas que dio con el hallazgo y el Estado argentino. El dato político más significativo de esta revelación histórica que pudo conocer en exclusiva Infobae es que en el futuro inmediato, el Gobierno podría utilizar estos documentos como nueva base de sustentación para darle más sustento a la pelea en las Naciones Unidas por el reclamo de la soberanía argentina en las islas del Atlántico Sur.
El primer documento está fechado en Buenos Aires el 18 de febrero de 1767 y es una carta del entonces gobernador bonaerense Francisco Bucarelli y Ursúa (expulsor de los Jesuitas) a Felipe Ruiz Puente, primer mandatario de las Islas Malvinas. El texto, que se halla bajo estricto resguardo en el Archivo General de la Nación, sostiene que desde Buenos Aires se enviarán ocho prisioneros "a ración y sin sueldo" como mano de obra para la flamante gobernación de las Malvinas, creada cuatro meses antes por orden del rey Carlos III. "Señor mio: con destino a servir en las Reales obras de las Islas Malvinas a ración y sin sueldo remito a Usted los individuos señalados en la adjunta relación para [que] disponga la conducción y permanencia allí de estos reos el tiempo de su condena", firma el gobernador de Buenos Aires al tiempo que da la lista de ocho presos.
El segundo documento es una carta fechada en Malvinas el 25 de abril de 1767 enviada por el gobernador de Malvinas Felipe Ruíz Puente a su par bonaerense Bucarelli y Ursúa. En esa misiva le explica la necesidad de levantar una capilla en Malvinas "para todo el pueblo, pues solo se cuenta con una muy precaria, con una imagen de San Luis". Y solicita a la vez "un pequeño sagrario o tabernáculo con su copón correspondiente y una imagen de la Advocación que V.E determinare para Patrono de esta posesión". Cabe destacar que el Puerto Soledad se bautizó como Saint Louis cuando fue descubierto por los franceses. Sucede que las islas luego fueron transferidas a la corona española por Francia.
Y el tercer documento hallado, que obra en poder del Estado en estos momentos, está datado en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1767. También se trata de una carta dirigida por el gobernador de Buenos Aires al primer gobernador de Malvinas. Allí se sostiene que desde la capital argentina se enviarán los vasos sagrados y ornamentos para "erigir una nueva capilla en esa Colonia", así como una imagen de la Virgen de la Soledad para que sea declarada patrona de la población. Quizás esta sea la única pista para descubrir el origen del nombre de la Isla Soledad.


Por otra parte, las fuentes consultadas destacaron que entre los detalles importantes de las cartas, uno de los documentos menciona la enumeración de "reos" que fueron a trabajar ya que entre ellos sólo uno era de origen noble y de apellido Díaz. No sólo estos reos fueron a Malvinas, sino que comenzaron las primeras obras de la Capilla y está mencionado que fueron los Franciscanos quienes aportaron su asistencia espiritual al comienzo de dominio de la corona española. El documento está datado el 25 de abril de 1767, la fecha del traspaso de dominio francés de las islas al reino español, y para los historiadores y el arco político, estos documentos revelan una posesión del territorio español, por lo que tras la independencia de la Argentina, pasó a ser la república poseedora de las islas Malvinas.
"La particularidad del documento es el uso de la palabra 'Colonia', calificativo de los Borbones, reinantes en esa etapa en la península Ibérica. Ese término es vital para reconocer a las islas como dependientes de una gobernación bonaerense, luego del Virreynato del Río de la Plata, más tarde de las provincias Unidas y por último de la Nación Argentina", expresó el coleccionista privado que encontró los documentos y que se los donó al Estado. Por razones de seguridad, el anticuario prefirió denominarse con las iniciales N.L.D a fin de no revelar su identidad.
El Gobierno tiene conocimiento de estos documentos que ahora están en poder del Archivo General de la Nación. Una fuente calificada de la Casa Rosada admitió que "hay altas posibilidades de que estas cartas puedan ser usadas para presentar en naciones Unidas como nuevos elementos de defensa de la soberanía de la Argentina en las islas Malvinas".
Por otra parte, el senador Cobos destacó que "los documentos recibidos tienen el valor histórico de que ratifican la posesión de las Malvinas por parte de lo que luego sería el territorio argentino y es un hecho que sin dudas marcará un antes y un después en la diplomacia".
La ex canciller Susana Malcorra fue la que recibió el año pasado esta documentación, y la diplomática expresó en diálogo con Infobae que "los documentos hallados pueden llegar a tener un peso político muy fuerte". Es que si el gobierno lleva esta documentación a las Naciones Unidas se podría modificar el voto de algunos países del Comité de Descolonización que hasta ahora estuvieron alineados con Gran Bretaña. Malcorra dijo que si se ratifica la autenticidad de esos documentos "el tema se torna interesante".
Anteayer, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) terminó de analizar científicamente los documentos inéditos para autentificar su identidad y reveló que son reales. Se realizaron "análisis cuali/cuantitativo de fibras mediante la observación con microscopio optimo (MO) y microfotografias". El informe técnico es el SOTN 18-5230. "Se tomaron muestras con algunos escasos milímetros cuadrados en zonas de reborde y sin escritura tratando de no afectar las dimensiones originales ni su aspecto", dice el documento.
A su vez, el Archivo General de la Nación avaló esa documentación y la resguardó en su poder bajo llave. Ahora espera que el Gobierno tome el tema y se avance con el reclamo político ante Gran Bretaña en el Comité de Descolonización de Naciones Unidas.
Desde la Fundación Nuestra Historia y la Confederación de Entidades patrióticas, Raul Eugenio Daneri dijo que "la validez de estos documentos es que tienen el peso político de que el reclamo argentino sobre las islas ya se sustentaba desde 1767 y no hay dudas de esto". La palabra de Daneri tiene un valor adicional: fue capitan del Regimiento de Infantería 7 Coronel Conde que combatió contra el Reino Unido en las Malvinas en la guerra de 1982. Daneri acompañó a N.L.D en una parte del hallazgo.
¿Cómo llegaron a manos del gobierno los documentos que pueden hacer un ruido diplomático de gran envergadura con Gran Bretaña?


Según pudo reconstruir Infobae a lo largo de varios meses de investigación, N.L.D adquirió en marzo de 2015 estas tres cartas a un anticuario del microcentro porteño que desconocía el valor histórico de esos documentos. El coleccionista empezó a averiguar el origen y la validez de los documentos y una vez que tuvo la certeza de que tenía entre manos una gran historia se la llevó a Cobos, que lo recibió tras un acto que compartieron en el Senado por la conmemoración del hundimiento del Crucero General Belgrano.
"Recuerdo que al principio tuvimos muchas dudas de la autenticidad de los documentos", sostuvo el senador de Mendoza. Pero con el tiempo las dudas se fueron disipando. De la mano de Cobos, el 21 de marzo del año pasado N.L.D le llevó los documentos a la entonces canciller Malcorra, luego accedió al tema el director del Archivo General de la Nación Emilio Perina y finalmente se recaló en el INTI para las pruebas científicas de las tres cartas.
Desde septiembre de 2016, los documentos fueron cedidos por N.L.D al Estado argentino y están bajo llave en el Archivo General de la Nación. Cobos informó del tema al jefe de Gabinete y al canciller Faurie que ya han avisado a Macri. El viernes pasado hubo una comunicación oficial del senador de Mendoza a Presidencia.
El coleccionista privado ya casi puede respirar tranquilo. No fue una aventura tan fácil. Recibió atentados en su domicilio y finalmente pudo salvar las cartas para donarlas al Estado. El 23 de noviembre presentará en sociedad esta documentación que hasta ahora eran secretos junto con la Fundación Nuestra Historia.
Luego le tocará el turno al Gobierno para avanzar en la batalla diplomática por las islas Malvinas. Los documentos que hoy se revelan pueden cambiar el curso de la historia.

Fuente: Infobae por Martín Dinatale 5 de noviembre de 2017
Documentos: Senador Julio Cobos

martes, 10 de octubre de 2017

Un periódico de la época describe la usurpación británica de las islas Malvinas en enero de 1833


Diario El Lucero

Buenos Aires, 21 de enero de 1833

Los mismos motivos que tuvimos para diferir el anuncio de las tropelías de un oficial de la marina de E. U. en Malvinas, nos han aconsejado a guardar igual circunspección en la agresión no menos escandalosa ejercida en los mismos parajes, por un buque de guerra de S. M. B.
La Inglaterra, una de las naciones más liberales del globo, y que precedió a todas las potencias europeas en el reconocimiento de nuestra independencia, y en enviarnos agentes para estrechar relaciones amistosas con nosotros:- la Inglaterra, o mejor diremos su gobierno, faltando a la fe de los tratados y desmintiendo las protestas tan positivas de amistad tantas veces expresadas por sus mismos reyes en cartas autógrafas que se conservan en nuestros archivos, se ha apoderado subrepticiamente de una de nuestras posesiones, sin más formalidades que las que se acostumbran con los países salvajes o desiertos!..... Relataremos los hechos y dejaremos que juzguen nuestros lectores.
El día 2 del corriente, a las 9 de la mañana, fondeó en el puerto de S. Luis de la Soledad la Clio, corbeta de S. M. B. cuya salida misteriosa del Río Janeiro había sido anunciada en los papeles públicos. El Sr. Pinedo, que se hallaba en el mismo puerto a bordo de la Sarandí, llenando los deberes de hospitalidad que le correspondían como jefe de mayor graduación de este gobierno, allí donde tremolaba nuestro pabellón, encargó a dos de sus oficiales de ofrecer al Sr. Onslow, comandante de la Clio, los servicios de que pudiera necesitar durante su permanencia en aquellos mares.
La contestación del Sr. Onslow a este acto de urbanidad fue, que “venía de Río Janeiro, acompañado de otra fragata de 44, a tomar posesión de las Islas Malvinas, las que eran de S. M. B., y que tenía órdenes terminantes de enarbolar, dentro de 24 horas, el pabellón inglés: lo que ya había practicado en otros puertos de las islas”.
El comandante de la Sarandí, a quien había intimado que arriase la bandera argentina de tierra, y se retirase, le preguntó si la Gran Bretaña había declarado la guerra a la República Argentina, o que motivos tenía para ocupar una de sus islas en el Atlántico: a lo que repuso el Sr. Onslow que por su honor aseguraba de no haber guerra y que muy al contrario la amistad y el comercio seguían lo mismo.
El comandante de la Sarandí, cediendo a las circunstancias y a fuerzas superiores, se limitó a protestar una y más veces contra la ocupación de una parte de nuestros dominios, y se alejó de las costas donde había presenciado la humillación de su pabellón.
Estos hechos, que no se extrañarían en la vida de un Cortés o en un Pizarro, y que ningún pueblo moderno quisiera ver registrados en su historia son los que caracterizan la “segunda infracción de los derechos más sagrados de la República por parte de los que blasonan de ser sus amigos”.
Sentimos sobremanera tener que abrigar dudas sobre los principios que dirigen la marcha del gabinete de St James. Considerábamos a los ingleses no sólo como a los más antiguos, sino como a los más constantes y sinceros defensores de nuestros derechos, y nos es doloroso vernos insultados por los amigos y sucesores del ilustre Canning, que sostuvo con tanta energía nuestra independencia, oponiéndose a los Borbones de España que pretendían mantenernos en el estado de colonos, y a los de Francia que se proponían monarquizarnos.
¡Será, pues, la Inglaterra, que se nos pinta como la cuna de la libertad y de la civilización europea, la que dará al Nuevo Mundo el espectáculo de una violación tan brusca del territorio de la República Argentina!
Si se consideraba con títulos para invadirnos ¿le faltaban agentes para exponerlos? ¿Qué motivo puede haberle hecho desistir de la vía de las negociaciones, que se hallaban entabladas sobre este mismo negocio?
Cuando nuestro Gobierno se decidió a nombrar a un comandante político y militar de Malvinas, el Sr. Fox, Ministro plenipotenciario de S. M. B., invocando los pretendidos derechos de la corona de Inglaterra sobre aquellas islas, protestó contra este nombramiento. Pudo no quedar satisfecho con lo que se le dijo, y declarar que, a falta de otra contestación, el Gobierno inglés se vería en la precisión de echar mano a la fuerza….. Estos son los trámites que acostumbran los pueblos civilizados, y es muy extraño, por no decir más, que la Inglaterra los respete cuando discute con Holanda, y los olvide cuando trata con Buenos Aires.
¡Cuántas intimaciones y explicaciones han precedido la salida de una flota Anglo-Gala que debe obrar en la Escalda!.... ¿Se arrogará el ministerio inglés el derecho de clasificar las prerrogativas de las naciones, y de medir el grado de consideración que le merecen?
Por cualquier lado que se mire la ocupación de Malvinas, no se descubre una sola razón que la justifique, aún cuando fueran reales los derechos de soberanía que se alegan por parte de Inglaterra. Pero confiamos en que el Gobierno de Buenos Aires se ocupe de probar su insubsistencia, exigiendo la debida reparación del ultraje inferido a la dignidad de un pabellón amigo; y qué más dócil a los principios de derecho universal, que prevalecen entre los pueblos cultos, no se aparte de la línea de moderación que ha seguido hasta ahora en sus cuestiones con los poderes extranjeros; de modo que, aun cuando debiesen frustrarse las esperanzas que pone en los sentimientos de justicia del pueblo inglés, renueve el ejemplo de la matrona de Macedonia que apeló de Filipo al mismo Felipo, y si esto no bastase él se procurará los caminos de existir siempre con honor.

Fuente: Operación Malvinas
Nota del editor: He respetado al máximo la prosa del artículo, corrigiendo apenas palabras y algunos signos de puntuación para una lectura más agradable.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El reclamo sobre Malvinas nuevamente presente en el discurso argentino durante la apertura del 72º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU


En la alocución que realizó la vicepresidente argentina Gabriela Michetti en la Asamblea General de la ONU, la Argentina renueva su reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur e insta nuevamente al Reino Unido a sentarse a la mesa de negociaciones para dirimir de manera pacífica el contencioso entre ambos países.



lunes, 7 de agosto de 2017

El Apostadero Naval Malvinas, primera unidad logística de la Armada en las islas, fue creado el 2 de abril de 1982


Apostadero Naval Malvinas: un gran almacén de ramos generales durante la guerra

En la madrugada del 2 de abril de 1982 la Fuerza de Desembarco argentina recuperó las islas Malvinas.
Apenas cumplida la misión, una de las primeras acciones de la Armada fue construir el Apostadero Naval en Puerto Argentino.
Se trataba de un establecimiento con funciones logísticas de todo tipo, aunque lo primordial era brindar apoyo a las unidades que operaban en la capital. Quedó a cargo el capitán de fragata Adolfo Gaffoglio.
A las 7:35 comenzó el desembarco del rompehielos Almirante Irízar, que entre tantas cosas traía 19 hombres que habían dormido mal en el laboratorio del barco.
“Al principio no teníamos nada. Y cuando digo nada, es nada. Fue el inicio de la Marina en las Malvinas”, cuenta Roberto Coccia, que fue el bioquímico del Apostadero.


Fue como un almacén de ramos generales para los buques, que cargaban y descargaban. Además patrullaban, custodiaban la península Camber y el faro San Felipe; hacían la provisión de suministros, la operación de radios y las centrales telefónicas; tenían un puesto de socorro y hasta se llevaba a cabo la recuperación físico-mental de los soldados de la Infantería de Marina.
Claudio Guida, entonces conscripto, construyó el cartel del "Apostadero Naval Malvinas". Había sido pensado para tapar uno de "F#lkland Islands Company", pero como la gobernación no lo autorizó, se puso en un galpón contiguo.
Recién en mayo del 82 se estableció la plana mayor, en unos galpones que se usaban para acopiar lana y carpintería. Hubo, en total, entre 170 y 220 personas. Esa comunidad compartió la guerra hasta el final.
Todos ellos volvieron al continente el Día de la Bandera de 1982, y empezaron a juntarse al año siguiente.
Su historia acaba de convertirse en libro, escrito y compilado por Jorge Muñoz: se titula Historias del Apostadero Naval Malvinas (Ediciones Argentinidad, 249 pesos).

Fuente: Extracto de la nota de Juan Brodersen para Clarin publicada el 07/08/2017

sábado, 1 de julio de 2017

Des traits de l'histoire: Les traces d'Antoine de Saint-Exupéry sur les pistes patagoniques


Le dernier Latécoère 25 en Argentine

Dans le Musée National de l'Aéronautique de la ville de Morón, province de Buenos Aires, se trouve en exposition le dernier exemplaire qui existe dans le monde de l'avion “Latécoère 25”, construit en 1925 pour l'utilisation des Lignes Aeriennes Latécoère, qui a créé la première entreprise aéropostale en Argentine dit Aeroposta Argentina.
Quatre avions “Late 25” effectuent les vols dans la Patagonie depuis Bahía Blanca jusqu’à Comodoro Rivadavia, la tête de pont de la seconde partie de la ligne Sud vers Río Gallegos, en passant par Puerto Deseado, San Julián et Santa Cruz.
Cette type d’aéronef a été piloté par Antoine de Saint-Exupéry, auteur de plusieurs romans, dont “Vol de nuit” et le mondialement connu “Le petit prince”.
En 1982, Comodoro Rivadavia, San Julián, Santa Cruz et Río Gallegos se transformeraient en les bases les plus importantes du déploiement aérien argentin pendant la guerre des Malouines.

Trazos de la historia: Las huellas de Antoine de Saint-Exupéry en las pistas patagónicas


El último Latécoère 25 en Argentina

En el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón, provincia de Buenos Aires, se encuentra en exposición el último ejemplar que existe en el mundo del avión "Latécoère 25", construido en 1925 para uso de la línea aérea de Pierre Latécoère, quien fundó la primera empresa aeropostal en el país conocida como Aeroposta Argentina.
Cuatro aviones “Late 25” efectúan los vuelos en la Patagonia, desde Bahía Blanca hasta Comodoro Rivadavia, cabecera del puente de la segunda parte de la línea Sud hacia Río Gallegos, pasando por Puerto Deseado, San Julián y Santa Cruz.
Este tipo de aeronave fue tripulada por Antoine de Saint-Exupéry, autor de varias novelas, entre ellas “Vuelo nocturno” y la mundialmente conocida "El Principito".
En 1982, Comodoro Rivadavia, San Julián, Santa Cruz y Río Gallegos se transformarían en las bases más importantes del despliegue aéreo argentino durante la guerra de Malvinas.

viernes, 23 de junio de 2017

Argentina obtiene nuevo y amplio respaldo de Naciones Unidas en su reclamo por Malvinas


Argentina obtiene nuevo y amplio respaldo de Naciones Unidas en su reclamo por Malvinas

El Canciller Jorge Faurie presidió hoy la delegación argentina que participó en la sesión del Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas en Nueva York dedicada al tratamiento de la Cuestión Malvinas. En esta jornada, se aprobó por consenso una nueva resolución que insta a la Argentina y al Reino Unido a reanudar negociaciones bilaterales para solucionar la disputa de soberanía sobre las islas Malvinas.
Faurie estuvo acompañado por los senadores nacionales Federico Pinedo, Julio Cobos y Rodolfo Urtubey; la Gobernadora de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Roxana Bertone, y el representante argentino ante la ONU, Martín García Moritán, entre otros funcionarios.
En su primera intervención ante este Comité, el Canciller destacó que la “Cuestión Malvinas es un tema histórico y central para todos los argentinos”, al tiempo que recordó que “así lo reconoce nuestra Constitución Nacional en su cláusula transitoria primera”.  “Malvinas trasciende a los gobiernos y supera las diferencias políticas y partidarias, constituyendo una verdadera política de Estado”, explicó.
El titular del Palacio San Martín recordó en su exposición que el paso del tiempo, “no ha debilitado la validez de nuestros derechos, ni ha hecho mermar nuestra convicción que esta controversia de soberanía deba verse resuelta por medio de negociación entre las dos partes” y renovó la “plena disposición” del gobierno argentino para reanudar las negociaciones.
Asimismo, exhortó al Reino Unido “a poner fin a la realización de actos unilaterales en materia de exploración y explotación de recursos naturales en el área de la controversia”, de conformidad con las resoluciones de las Naciones Unidas, y reiteró el pedido de “afianzar al Atlántico Sur como una zona de paz”.
El Canciller reiteró la voluntad del Presidente Macri de “inaugurar una nueva fase en la relación con el Reino Unido, fundada en los vínculos que unieron históricamente a ambos países”.
“Este nuevo marco permitió una serie de avances en materia de comercio, inversiones, ciencia y tecnología, educación y cultura, seguridad y derechos humanos” dijo Faurie, al tiempo que destacó el acuerdo que se suscribió entre la Argentina, el Reino Unido y el Comité Internacional de la Cruz Roja para la identificación de los soldados argentinos sin identificar enterrados en el cementerio de Darwin en las Islas Malvinas.
El Canciller finalmente agradeció a los miembros del Comité por su apoyo para la adopción por consenso de una nueva resolución “que renueva el histórico llamado" de las Naciones Unidas para "reanudar las negociaciones y encontrar a la mayor brevedad posible una solución pacífica a la disputa de soberanía”.

Fuente: Cancillería Argentina. Información para la Prensa N° 255/17 23 Junio 2017

miércoles, 21 de junio de 2017

Cuestión Malvinas: la 47 Asamblea General de la OEA adoptó una Declaración por aclamación


Cuestión Malvinas: la 47 Asamblea General de la OEA adoptó una Declaración por aclamación

La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, que se lleva a cabo en Cancún, México, adoptó hoy por aclamación una nueva Declaración sobre la Cuestión de las Islas Malvinas, a la que consideró como un tema de interés hemisférico permanente.
La Declaración adoptada “reafirma la necesidad de que los Gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido reanuden, cuanto antes, las negociaciones sobre la disputa de soberanía, con el objeto de encontrar una solución pacífica a esta prolongada controversia”.
Asimismo, expresa la satisfacción de la Organización de Estados Americanos por “la reafirmación de la voluntad del Gobierno argentino de continuar explorando todas las vías posibles para la solución pacífica de la controversia y por su actitud constructiva en favor de los habitantes de las Islas Malvinas”.
En su intervención, el Canciller argentino, Jorge Faurie, renovó el legítimo reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, y reafirmó la firme voluntad del Gobierno nacional de reanudar las negociaciones con el Reino Unido a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa, respetando el modo de vida de los habitantes de las Islas y conforme a los principios del Derecho Internacional.
El Representante de Brasil presentó a la Asamblea el Proyecto de Declaración, que fue unánimemente apoyado a través de intervenciones de los Ministros y Delegados de Perú, Paraguay, Bolivia, Chile, Guatemala, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, así como del Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Por último, el Canciller de Uruguay solicitó la aprobación de la Declaración, que la Asamblea adoptó por aclamación.
Esta Declaración renueva el unánime apoyo del Hemisferio al pedido del Gobierno argentino para encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Fuente: Cancillería Argentina. Información para la Prensa N°: 251/17 21 Junio 2017

martes, 20 de junio de 2017

Con un oficio religioso, comenzó la tarea de un equipo forense del Comité Internacional de la Cruz Roja en el cementerio de Darwin en Malvinas


A 35 años de la finalización del conflicto y a través de un acuerdo alcanzado por los gobiernos de Argentina y el Reino Unido, un equipo forense del Comité Internacional de la Cruz Roja ya se encuentra en Malvinas para llevar adelante la identificación de las 123 tumbas de soldados argentinos enterrados en el cementerio de Darwin bajo una losa que reza “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.
Está previsto que el equipo de forenses del CICR exhume entre uno y tres cuerpos de las tumbas mencionadas por día. Los cuerpos serán inmediatamente trasladados a un laboratorio de campo instalado en el exterior del mismo cementerio, donde los científicos llevarán adelante el análisis de todos los restos, incluidos huesos, dientes y vestimenta.
Para la tranquilidad de muchos familiares de los caídos, todos los cuerpos se sepultarán nuevamente el mismo día con el mayor de los cuidados y respeto.
Las muestras de ADN tomadas se llevarán a laboratorios en Argentina para cotejarlas con las muestras de ADN provistas por alrededor de noventa de las ciento veintitrés familias de los soldados; además algunas de las muestras serán analizadas en Inglaterra y España para someterlas a un control de calidad. El CICR prevé tener los resultados para fin de año.


Teniendo en cuenta que son restos de soldados muertos en acciones bélicas hay que ser precavido con el resultado de la identificación y no generar falsas expectativas en los familiares, sino el resultado de la misión humanitaria habrá dado un nuevo dolor a los deudos de los caídos durante el conflicto.


domingo, 28 de mayo de 2017

Malvinas, 28 de mayo de 1982: combatiendo heroicamente en Pradera del Ganso ofrenda su vida el Teniente Roberto Estévez


Las acciones valientes del teniente 1º post mortem Roberto Estévez fueron reconocidas por la Nación Argentina otorgándole el máximo reconocimiento, la Cruz de la Nación Argentina al heroico valor en combate. 
Revistando como oficial del Regimiento de Infantería Nº 25, ubicado en la localidad de Sarmiento, provincia de Chubut, tuvo el honor de ser parte de la primera unidad del Ejército Argentino en pisar Malvinas.

En el año 2013 fue emplazado un busto en la plaza de armas del regimiento que lleva su nombre.



Entrada previa del año 2013:

Emplazamiento del busto del Teniente 1º Roberto Estévez en el RI 25 de Sarmiento, provincia de Chubut


miércoles, 3 de mayo de 2017

1982 - 3 de mayo - 2017 A 35 años del ataque de helicópteros británicos al Aviso ARA Alférez Sobral en aguas de Malvinas


El 3 de mayo de 1982 se produjo el ataque al Aviso Alférez Sobral. Dos helicópteros Sea Linx británicos armados con misiles atacan al buque de la ARA, provocando la muerte de su comandante y siete hombres más de su tripulación.

El sábado 1 de mayo a las 1730 horas, un avión Canberra de la Fuerza Aérea Argentina fue abatido aproximadamente a 100 millas náuticas (185 km) al norte del Estrecho de San Carlos. Ante este hecho, y en cumplimiento de la orden recibida, nuestro buque se destacó de inmediato para efectuar la búsqueda y el rescate de los dos tripulantes de la aeronave.
El Capitán Gómez Roca encaró resueltamente el peligro que implicaba internarse en una zona controlada por el enemigo, sabiendo que, de producirse un encuentro, las posibilidades que tenía de salir airoso eran prácticamente nulas. Esa actitud decidida y valerosa, fue apoyada por toda la Plana Mayor y Dotación, sin excepciones.
El 2 de mayo amaneció con tiempo borrascoso. Durante la mañana un mensaje alertó sobre la presencia de un Grupo de Tareas británico compuesto por un portaaviones y seis u ocho buques de guerra, operando en el área hacia la cual nos dirigíamos.
Llegó el atardecer, y con él una infausta noticia: el Crucero General Belgrano había sido torpedeado, pero a medida que transcurrían las horas y nos acercábamos al punto calculado para iniciar la búsqueda, la atención se centró en el intento de salvar a los dos hombres que se hallaban a merced de las aguas.
Casi a medianoche fuimos sobrevolados por un helicóptero no identificado, ordenándose entonces cubrir puestos de combate. La aeronave se mantuvo sólo unos instantes, alejándose luego para perderse en la oscuridad. Había algo muy claro: El enemigo nos había descubierto y no tardaría en atacar.
Se sabía a bordo que no recibiríamos ayuda debido a que no había otros buques argentinos en las proximidades. Como tampoco apoyo aéreo, cuando menos hasta la mañana siguiente. Como el mar estaba agitado y el violento movimiento del buque dificultaba el trabajo de los apuntadores de las armas, el Comandante decidió invertir el rumbo, de manera tal que recibiendo el oleaje por la popa nuestra unidad se mantuviera lo más estable posible.
Al acercarse otro helicóptero británico el Sobral abrió fuego, entablándose el combate. El cañón de 40 y las ametralladoras de 20 mm dispararon su munición, y si bien por la oscuridad reinante y el ya mencionado rolido y cabeceo del buque, no consiguieron hacer impacto, sí lograron que la aeronave enemiga se alejara precipitadamente, tomando distancia para ponerse fuera del alcance de nuestra artillería.
Minutos más tarde el Jefe de Artillería advirtió que por estribor se divisaban destellos. Desde el puente de mando, efectivamente, se observaron también pequeñas luces.
A primera vista, el Comandante, que no perdía las esperanzas de rescatar a los pilotos buscados, expresó con entusiasmo que podía tratarse de señales lanzadas por ellos. Pero instantáneamente el particular movimiento de las luces avistadas nos indicó que en realidad eran misiles que se aproximaban.
Todo ocurrió en pocos segundos. Un misil impactó en la lancha, explotando y destruyéndola por completo, al tiempo que rociaba con esquirlas la superestructura. Los tres operadores de la ametralladora de 20 mm de estribor fueron heridos.
Otro misil pasó sobre el buque sin impactar. El Comandante ordenó abrir fuego cubriendo el sector desde el que provenía el ataque, aunque era imposible ver al enemigo debido a la oscuridad y a que éste efectuaba sus lanzamientos de misiles a máxima distancia, manteniéndose fuera del alcance de las armas del Sobral.
Al ordenarse el alto el fuego, se constató que las averías no afectaban mayormente, hasta ese momento, la seguridad náutica y navegabilidad de la unidad, pero las antenas y equipos de comunicaciones resultaron averiados, por lo cual estas quedaron interrumpidas. Enseguida se trasladó a los heridos a cubiertas bajas para su atención. Allí, en la cámara y camarotes de oficiales, el médico de a bordo había instalado su puesto de socorro y trabajaba sin pausa junto al enfermero.
Al observar que los ataques se producían con misiles, el Capitán Gómez Roca apreció, acertadamente, que el lugar de mayor riesgo era la superestructura, especialmente el puente de mando.
Ante ello, con el fin de proteger a sus hombres y considerando especialmente que por la distancia la que se encontraba el enemigo ya no sería posible combatir efectivamente con las armas propias, ordenó desalojar las cubiertas superiores y los sectores más expuestos, quedando en el puente solamente él y los tripulantes indispensables para conducir el buque. Esta difícil y heroica decisión, adoptada en los momentos de mayor tensión e incertidumbre, significaría luego la preservación de la vida de muchos de sus hombres, pero también su propia muerte en acción.
Al finalizar una rápida inspección del buque, y en oportunidad en que me dirigía hacia el puente para informar el resultado de la misma, el enemigo atacó nuevamente (0120 horas del día 3 de mayo)
Un misil impactó de lleno en el puente, destruyéndolo totalmente, al igual que el cuarto de radio que se hallaba directamente debajo. El palo de proa cayó y las innumerables esquirlas provocaron averías diversas en toda la parte superior y media del buque, que se estremeció como si hubiera sido golpeado por una mano gigantesca. El sector de proa se llenó de humo y el penetrante olor de la explosión invadió los compartimientos, aumentando la ansiedad general.
Allí, en el interior de la nave, la fatalidad hizo que el Conscripto Roberto D’Errico, mientras era asistido de una herida sufrida durante el primer ataque, fuera alcanzado nuevamente por una esquirla que, traspasando dos cubiertas, terminó con su vida.
Ansioso por conocer la magnitud de lo ocurrido subí hacia el puente, encontrando un verdadero desastre: estaba totalmente arrasado, hierros al rojo vivo y un incendio que cobraba fuerza. El Comandante y los que allí se encontraban habían muerto.
La situación no era mejor en el cuarto de radio, igualmente destruido por la explosión, con los operadores muertos en sus puestos de combate y un único sobreviviente, el Cabo Enríquez, gravemente herido.
Al instante comprendí que me encontraba ante el cuadro que ningún segundo comandante desearía que se presente jamás, aunque esté preparado para ello y constituya ésta su principal razón de ser: asumir el comando por muerte del comandante durante el combate. Con plena conciencia de la tremenda responsabilidad que ello implica y de la gravedad de las circunstancias, a partir de ese momento me hice cargo de la Unidad.
Al bajar del puente, el Jefe de Máquinas me informó que por averías en el sistema de timón no era posible maniobrar el buque. Brevemente lo impuse de la situación y ordené parar máquinas.
A todo esto, un grupo de control de averías combatía las llamas en los sectores afectados.
Ante la posibilidad de que otros impactos hicieran naufragar el buque, se inspeccionaron las balsas salvavidas autoinflables, comprobándose que todas estaban inutilizadas, resultado de las innumerables esquirlas que las habían perforado.
Resumiendo, la situación del buque era: timón averiado, el puente con todo el instrumental, cartas y elementos de navegación destruidos; la radio también destruida, un incendio a bordo, ocho muertos (incluido el Comandante) y ocho heridos, personal con contusiones y heridas menores y la perspectiva de recibir nuevos ataques.
A partir de entonces, una vez dominado el incendio y reparado precariamente el sistema de timón, se organizó el regreso.

Regreso al continente

Se presentaban dos alternativas: la primera, navegar hacia las Islas Malvinas, a cuya costa norte podíamos arribar en no más de 12 horas, pero correríamos el serio peligro de ser nuevamente atacados; a ello se agregaba la falta de elementos de navegación y cartas náuticas de la zona, lo que tornaría muy dificultoso recalar con cierta seguridad. La segunda, navegar hacia el continente. En este caso, si bien persistían los riesgos antes citados, las probabilidades de que se presentaran eran menores, aunque se debería afrontar una prolongada travesía en condiciones extremas.
Decidido por esta última, se reinició la navegación, tomando en principio como guía la dirección de las olas que, sabíamos, venían del norte.
Más tarde, con la ayuda de brújulas terrestres del equipo de desembarco, en situaciones normales no utilizables a bordo por el desvío provocado por el magnetismo del buque; y con la “rosa” rescatada de un compás magnético destruido, colocada en la línea central del buque (crujía) entre las cadenas de anclas pretendiendo obtener alguna compensación, se logró tener una idea aproximada del rumbo.
Por otra parte, el cielo continuaba completamente cubierto, impedía conocer el arrumbamiento en base a las constelaciones habituales.
Durante todo el día 3 se navegó esperando el ataque que dábamos por descontado, pero que finalmente no se concretó. Excepto los vigías, apostados al efecto, todo el personal permaneció bajo cubierta ya que no quedaban armas en condiciones de uso. El interior del buque presentaba un estado realmente precario: en el sector de proa la energía había sido cortada y todo estaba mojado como consecuencia del agua arrojada para combatir el incendio. Tampoco había calefacción ni comida caliente, por lo que el frío se hacía sentir con crudeza.
Horas después, cuando las condiciones de mar lo permitieron, se improvisó un comando en proa. Desde allí, mediante una línea de teléfonos se daban las órdenes al timonel, ubicado en el timón de emergencia, en la sala de máquinas.
Entonces tuvo lugar un hecho que a mi entender evidencia el temple de aquella aguerrida tripulación: la Bandera de Guerra del Sobral, por la rapidez con que se sucedieron los acontecimientos no había sido retirada de su cofre y, al momento del combate, ondeaba en lo alto un pabellón de los usados diariamente. Al caer el palo, habíamos quedado momentáneamente sin pabellón. Percatado de ello, un grupo de tripulantes requirió autorización para tomar la Bandera de Guerra e izarla en el lugar más alto que fuera posible. Concedido el permiso la Bandera se izó al tope de la pluma (brazo de grúa) de popa, en uno de los momentos más emocionantes, sobre todo teniendo en cuenta que a esas horas existían inciertas posibilidades de sobrevivir.
El 4 de mayo a las 9 de la mañana, utilizando un transmisor de emergencia extraído de entre los escombros del cuarto de radio, se emitió un pedido de auxilio, con muy poca confianza en su eficacia ya que el equipo estaba dañado y perforado por esquirlas. Por varias horas no obtuvimos respuesta.
Simultáneamente, con una radio portátil común se sintonizaban varias emisoras, principalmente argentinas y uruguayas. Fue justamente una de estas últimas la que dio la novedad del ataque a nuestro buque, e informaba que el Aviso Alférez Sobral había sido hundido por fuerzas inglesas.
Lógica fue la desazón que produjo en la tripulación escuchar semejante noticia, al pensar el efecto que causaría en los familiares que, ansiosos, esperaban en tierra.
También se prestaba suma atención a las novedades que se daban sobre el rescate de los sobrevivientes del Belgrano, y nos llenó de euforia enterarnos del hundimiento del Destructor inglés Sheffield, atacado exitosamente ese día por la Aviación Naval.
A todo esto, una radio de Río Gallegos, en los habituales mensajes que se transmiten para apoyo a la comunidad en la Patagonia, incluyó uno que decía: para el señor Gómez Roca, lo esperamos en Puerto Deseado. Este mensaje impuesto por la superioridad, que desconocía aún el fallecimiento del Comandante, dio grandes esperanzas y la certeza de que nuestro mensaje había llegado. Al menos, en tierra sabían que en algún lugar continuábamos a flote. Un nuevo mensaje, que esta vez señalaba: al señor Gómez Roca, va gente a buscarlo a la estación, dio la seguridad de que se nos estaba buscando.
Después nos enteraríamos que unidades de la Aviación Naval, la Fuerza Aérea y otros buques trataron incansablemente de hallarnos, sin conseguirlo.
A partir de ese momento, cuando se navegaba en niebla cerrada, se efectuaron señales acústicas por medios diversos, como campana, silbatos y hasta disparos con fusil. Se desmontó del palo caído la sirena y, conectándola a una manguera de aire a presión se utilizó como elemento de señalación. Fueron numerosas las veces que alguien creyó ver u oír algo, como el ruido del motor de un avión o helicóptero, una luz o la línea de tierra, pero todo era producto de la imaginación; de los deseos de superar la situación.
Al respecto, lo más inquietante era no saber exactamente dónde nos encontrábamos. Se había efectuado una estima, más por la precariedad de medios, adolecía de grandes errores.
Esperábamos avistar la costa continental en la tarde del día 4, pero llegó la noche sin que nada se produjera. Con la noche también se hizo presente la incertidumbre. ¿Nos habríamos desviado hacia el norte, internándonos en el Golfo San Jorge? ¿Estaríamos retrasados? ¿Llevaríamos el rumbo correcto? ¿Qué pasaría si se desataba un temporal, tan frecuente en esa zona?
A ello se sumaban otros interrogantes ya que en el supuesto caso que estuviéramos cerca de la costa, sin visibilidad y a pesar de efectuar continuos sondajes (medición de la profundidad) con sonda de mano, se corría el riesgo de colisionar con alguna roca o varar, perdiendo la nave, y quizá la vida, a pocos centenares de metros de la orilla. Por otra parte, cada minuto transcurrido disminuía las posibilidades de sobrevivir.
Durante la noche otro incendio, originado en el cableado del sistema de timón, cobró tal fuerza que puso en serio peligro a todo el buque. Los denodados esfuerzos del personal terminaron por dominarlo, pero ya no tendríamos otra oportunidad. Se habían agotado los extinguidores y la espuma, y para combatir el fuego sólo se contaba con el agua de mar, extraída con bombas.
Ello impulsó la decisión de parar máquinas nuevamente para realizar las reparaciones y aislaciones indispensables en el cableado, esperando al mismo tiempo la luz del día.
Simultáneamente el médico informaba que las medicinas escaseaban y le preocupaba especialmente el Cabo Enríquez, muy débil por la hemorragia sufrida.
Pero la dotación continuó trabajando incansablemente. Podrían citarse numerosos ejemplos individuales, pero lo destacable fue, principalmente, el accionar de una tripulación que en la circunstancia obró como correspondía y se esperaba de ella, con idoneidad profesional, disciplina y valor a toda prueba.
Creo no equivocarme si afirmo que durante esos días nadie pensó en su seguridad personal, sino en la del conjunto. Aunque nadie lo manifestaba, la mente volaba entre nuestros hogares, los seres queridos, las alternativas de la guerra, el recuerdo de nuestros muertos y lo que ocurría a bordo.
Por fin, con la esperanza que da el amanecer, seguimos navegando. El 5 de mayo, aproximadamente a las 9 de la mañana se avistó la costa continental. Aún así, continuábamos sin saber nuestra posición, por lo que se navegó a prudente distancia de tierra, con arrumbamiento (dirección) general hacia el norte.
Horas después se divisó un punto en el cielo. Lanzamos luces Very (“bengalas” para señales) y, para alegría de todos, el objeto comenzó a aproximarse.
Se trataba de un helicóptero de la Fuerza Aérea Argentina. De él descendió un suboficial y pudimos evacuar al herido más grave, justo a tiempo para salvar su vida.
Más tarde el buque fue sobrevolado por un avión, también de la Fuerza Aérea cuyo piloto, con sobrevuelos rasantes, nos guio al encuentro del Buque Desembarco de tanques ARA. “Cabo San Antonio”, el Destructor ARA. “Py” y un Guardacostas de la Prefectura Naval.
Fue éste otro momento tremendamente emotivo. Al pasar al costado del Cabo San Antonio nuestra tripulación formó en puestos de honores y lo propio hizo la del buque que teníamos enfrente. No hubo palabras, sólo un saludo militar.
Luego, mediante lanchas se trasbordó a los heridos y con el apoyo de los buques citados seguimos hasta Puerto Deseado, atracando durante la noche, no sin antes sortear una última y difícil maniobra de entrada bajo condiciones totalmente adversas en la ría de acceso.
En esta ciudad recibimos el afecto que es de imaginar, tanto de la población que brindó todo para ayudar a la tripulación después del trance vivido, como de nuestros camaradas del Ejército y de los otros buques de la Armada allí presentes.
Se efectuaron las refacciones imprescindibles, retirando deshechos del puente e improvisando otro.
Luego de una sentida despedida de los camaradas muertos en acción, el 20 de mayo zarpamos rumbo a la Base Naval de Puerto Belgrano, arribando a la misma tres días después.


Personal caído en combate:

Capitán de Corbeta Sergio Raúl GÓMEZ ROCA
Guardiamarina Claudio OLIVIERI
Cabo Principal Mario Orlando ALANCAY
Cabo Segundo Sergio Rubén MEDINA
Cabo Segundo Elvio Daniel TONINA
Cabo Segundo Ernesto Rubén DEL MONTE
Marinero 1º Héctor DUFRECHOU
Conscripto Roberto D'ERRICO

Fuente: Histarmar basado en el relato de su segundo comandante, el Capitán de Navío (RS) Sergio Bazán

sábado, 8 de abril de 2017

Reflexiones sobre el momento en que la Argentina y el Reino Unido tercien sobre la cuestión de la soberanía de las Malvinas


"El pabellón argentino ondea nuevamente en Puerto Argentino"

Tarde o temprano ese momento llegará.
Han pasado 35 años del conflicto bélico que cerro 149 años de usurpación y clausuró una vía de resolución y nuestra diplomacia no ha podido, ni ha sabido, ni contaba con los medios, para hacer sentar al Reino Unido a la mesa de negociaciones para dirimir el contencioso que ya lleva más de 180 años, poniendo como punto de inflexión la expulsión del gobernador Luis Vernet de Puerto Soledad en enero de 1833.
Hoy es momento de aceptar que de la única manera de recuperar la soberanía de las islas sin ningún condicionamiento ni cesión es por manu militari, algo muy improbable; por lo tanto, llegó el día de pensar formalmente y con amplitud de criterio qué estamos dispuestos a ceder, a consensuar o a ofrecer para que en un futuro no tan lejano el pabellón argentino ondee en Puerto Argentino.
A partir de la aceptación de que en una mesa de negociaciones hay que acercar posiciones tan antagónicas como suele ocurrir en una disputa por la soberanía de un territorio, más allá de que los derechos argentinos son mucho más contundentes que los enarbolados por el Reino Unido, la búsqueda de un acuerdo requiere paciencia, conocimientos y tenacidad, y una pizca de picardía para saber leer el contexto geopolítico mundial al momento de dirimir los puntos de conflicto a franquear.
Hoy vemos al Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, como un hito que puede influenciar sobre el posicionamiento, no sólo de los británicos con respecto a sus territorios de ultramar, sino sobre otros países del concierto mundial, la fluctuación o la desaparición de intereses compartidos en algún momento de la historia son elementos que la diplomacia debe estudiar muy profundamente; aunque el contencioso es entre la Argentina y el Reino Unido, los países o bloques regionales pueden ser potenciales “buffers” en las conversaciones sobre la soberanía del territorio en disputa. Y como la autodeterminación ya fue excluida por la ONU en la cuestión Malvinas lo que hay que garantizar son los derechos de los kelpers como ciudadanos, pero no sus deseos, que chocan con el reclamo legítimo argentino al ser una población implantada en territorio usurpado.
Localmente es difícil despegar del inconsciente colectivo el “Malvinas es un sentimiento” y más aún el renovado reconocimiento a nuestros veteranos de guerra; es teniendo en cuenta estos dos pilares que la diplomacia argentina deberá contemporizar el dolor, la sensación de entrega o la no aceptación de algunas concesiones en la mesa de discusiones.
Por eso ya es tiempo de pensar cuales son los lineamientos diplomáticos y los límites a establecer a las pretensiones británicas para que haya una cesión de soberanía. Es ingenuo pensar que el modelo Hong Kong pueda ser replicado casi con exactitud sobre Malvinas, el mundo, o mejor dicho las potencias militares, se están orientando más hacia el control de nudos logísticos que hacia extensos espacios territoriales, hacia plataformas y vías de comunicaciones que les permitan controles de áreas o regiones de gran valor geopolítico militar y económico, son políticas a largo plazo menos onerosas pero que otorgan gran valor estratégico, y según los defensores de esta postura permite dinamizar el despliegue del instrumento militar contra las fuerzas estáticas requeridas para mantener el control de posesiones lejanas, como las existentes en la base militar británica de Mount Pleasant en Malvinas.
España ofreció recientemente la “co-soberanía” del Peñón de Gibraltar al Reino Unido, algo rechazado de plano por estos últimos; es difícil que ese modelo salga desde nuestra diplomacia pero sirve como ejemplo para entender que algunas decisiones u ofrecimientos resultarán inaceptables si no hay una contraprestación o beneficio tangible para las aspiraciones argentinas.
Por último, sería interesante que nuestra Cancillería, en la medida de lo posible y sin entorpecer las futuras negociaciones, fuera liberando informes o resúmenes de la posición de partida, las expectativas de sentar a los británicos en la mesa de negociaciones, y el derrotero de la disputa en los foros y cumbres internacionales. Contar por anticipado con perspectivas, enfoques y distintos escenarios posibles para la solución del contencioso es un buen ejercicio de diplomacia bilateral, o como se ha puesto de moda últimamente, un buen ejercicio de multilateralismo.
Aún no están echadas todas las cartas, tampoco están marcadas, está en nosotros jugar de la mejor manera con las cartas que nos toquen.

Lic. Hernán Favier

domingo, 26 de marzo de 2017

Malvinas 35 años: los preparativos de las fuerzas de desembarco de la operación Azul


Día D, hora H: el desembarco argentino en Malvinas en primera persona

El capitán de fragata José Luciano Acuña partió de Puerto Belgrano al mando de un buque repleto de tropas y con cinco sobres lacrados. Cuando recibió la orden de abrir uno de ellos, supo que estaba ante un momento histórico para el que se había preparado toda su vida.

En febrero de 1982, el hoy contraalmirante retirado José Luciano Acuña, entonces capitán de fragata, se presentó en la base naval de Puerto Belgrano, a donde había sido destinado a fines de 1981, tras una breve licencia por la muerte de su esposa. A poco de llegar a su nuevo destino, fue asignado como comandante del buque de desembarco de tanques "Cabo San Antonio" y notó que "había una actividad que no era normal para esa altura del año". Las prácticas y preparativos que les eran ordenados alimentaban todo tipo de especulaciones entre los propios marinos.
"A mediados del mes de marzo me mandaron al Golfo San José, al norte de Península de Valdez", cuenta Acuña: embarcó al Batallón de Infantería de Marina N° 2 en el "Cabo San Antonio" y realizaron una serie de operaciones de práctica, que por su precisión ayudaron a alimentar aún más los rumores sobre la proximidad de una operación militar. Sin embargo, como el resto de los comandantes navales de esa época, Acuña no tenía la menor idea de lo que se estaba gestando: "Uno de los méritos que tenía la Operación Rosario es que pudimos guardar tanto secreto que el enemigo no se enteró. Cosa que es dificilísimo ante un servicio de inteligencia tan bueno como el británico", explica. Pero su intuición comenzaba a vislumbrar lo que sería su futuro próximo.
Tras las prácticas en Golfo San José, el "Cabo San Antonio" regresó a Puerto Belgrano y desembarcó los vehículos anfibios y las tropas. Pocos días después, cuando se conoció la orden de volver a embarcar, sumando esta vez a tropas del Ejército, todos avizoraron la proximidad del comienzo de la guerra.
El 28 de marzo fue un día radiante: "un día que da gusto ser marino", recuerda Acuña, quien zarpó con la flota ese mañana aunque todavía sin tener certezas sobre cuál sería su destino final. Antes de partir, el comandante de la flota, el contraalmirante Carlos Büsser, le entregó cinco sobres lacrados con el mandato de esperar órdenes para abrirlos, según se le indicara. Al llegar a bordo, un oficial trató de convencerlo de abrir el primer sobre y ver su contenido, algo que él descartó: "Cuando llegue la orden lo vamos a abrir", respondió.
La orden de abrir el sobre número 5 llegó cuando el "Cabo San Antonio" estaba en el punto donde comienza el canal de acceso a Puerto Belgrano: "En ese momento me enteré que formaba parte del grupo de tareas que iba a recuperar las Islas Malvinas", cuenta el marino. "Yo nunca supuse que iba a tener tanta responsabilidad. Me había estado preparando desde 1954 para esto", añade Acuña, quien al recibir la noticia cayó en la cuenta de que apenas conocía a su tripulación -acababa de ser transferido- y atravesaba el duelo por la repentina muerte de su esposa. "No quería que mis oficiales miraran y vieran a un viudo lloroso", sostiene al recordar cómo debió buscar fuerzas dentro de sí mismo.
El desembarco de los cerca de 400 infantes de Marina y Ejército que se encontraban a bordo quedó programado para "el día D a la hora H". Una vez que supo su destino, Acuña se lo comunicó a la tripulación y comenzó a navegar rumbo a Malvinas, con una trayectoria oblicua: debía evitar que los barcos que navegaban cerca la costa los vieran, pero también a los pesqueros que suelen navegar cerca de la zona de las 200 millas.
El 29 de marzo, el tiempo comenzó a desmejorar: "el 29, el 30 y el 31 soportamos un temporal del suroeste que nunca en mi vida había tenido que afrontar". El buque de desembarco de tropas y tanques Cabo San Antonio tenía portalones que se abren y bajan para permitir el desembarco, pero no muy resistentes a los "golpes de mar". Acuña sabía que "dos buques gemelos habían tenido problemas en un temporal y no habían podido abrir las compuertas", por lo que debió navegar evitando que se dañaran. "En ese temporal me di cuenta que tenía una tripulación muy marinera", explica.
El día "D" estaba originalmente previsto para el primer día de abril, pero el mal clima retrasó los planes dado que era preciso al menos un día de mar calmo para organizar el desembarco. La ocupación de las Malvinas había sido bautizada inicialmente como "Operación Azul", pero en medio del fuerte temporal el entonces teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, embarcado en el Cabo San Antonio, recordó que cuando ocurrieron las invasiones inglesas al Río de la Plata, el general Liniers había enfrentado similares inclemencias, que cesaron cuando invocó a la Virgen del Rosario. Por su sugerencia, el almirante Büsser, jefe de la fuerza de desembarco, rebautizó la operación como "Operación Rosario": el cambio en las condiciones climáticas que posibilitó el inicio de las operaciones el 2 de abril quedó para siempre adjudicado a la intercesión de la Virgen.
Cuando el capitán Acuña dio la orden de alistar a las tropas para el desembarco, notó con sorpresa que no había movimientos en el buque: nadie había dormido en la noche del 1° al 2 de abril y ya todos estaban en sus puestos. Antes del desembarco, el comandante Büsser pronunció una arenga que se transformaría en mítica: instó a sus subordinados a ser duros con el enemigo pero amables con los habitantes, previno a las tropas de asalto acerca de que actuaría con máxima severidad ante delitos como el abuso de autoridad o el pillaje, prohibió el ingreso a las propiedades privadas y exigió el respeto a las mujeres y niños. La dictadura argentina apostaba a una operación "limpia" que no impidiera futuras negociaciones. "El viva la Patria que escuché en ese momento fue como un grito que salía de las entrañas del buque. Nunca me voy a olvidar de eso, cómo me emocioné", explica Acuña.
El "Cabo San Antonio" entró a Puerto Groussac sin radar ni sonda, en medio de la noche, y sólo una vez que recibió la contraseña por parte de los barcos que le daban cobertura. Antes, un grupo de buzos tácticos habían inspeccionado el lugar indicado para el desembarco, tras lo cual llegaron un grupo de comandos anfibios. "Siempre me acuerdo cuando estoy en un semáforo, porque la contraseña era 'luz verde'", recuerda Acuña con nostalgia. A las 6 se abrieron las compuertas y los vehículos anfibios se lanzaron al agua. Con el mar calmo y en la oscuridad de la madrugada malvinense, venciendo al temor natural que inspira la guerra, las tropas pisaron tierra firme e iniciaron la marcha por la turba, esquivando alambrados y obstáculos naturales. Horas después, centenares de soldados argentino tomaban el control de las islas sin producir bajas británicas.
Si bien la resistencia de los Royal Marines fue débil, en esas operaciones se produjo la primera baja argentina: el capitán Pedro Edgardo Giachino avanzaba con algunos de sus hombres sobre la casa del gobernador, que estaba cercada por fuerzas propias, cuando fue alcanzado por balas enemigas.
Treinta y cinco años después, Acuña recuerda aquellos días del desembarco y reflexiona: "La parte táctica estuvo muy bien. Muy pero muy bien. Fuimos justos, mostramos estar adiestrados, hicimos las cosas bien". Y añade: "Si alguna vez escuchan esas palabras 'los chicos de la guerra', por favor no lo repitan. Los conscriptos que estaban en el "San Antonio" eran marineros hechos y derechos, que cumplían con su obligación y querían más. Antes de terminar la guerra, cuando llegó una nueva camada de conscriptos, los que estaban a bordo no se querían ir".
En la "Operación Rosario" intervinieron unos 700 Infantes de Marina y 100 integrantes de fuerzas especiales. La cantidad de tropas fue decisiva para la toma de todos los objetivos planificados sin encontrar resistencia. Tras más de un siglo y medio de soberanía británica, las Islas Malvinas volvían a estar bajo bandera argentina.

Fuente: Infobae por Fernando Morales 26 de marzo de 2017